Inspiración, tips, guías e información para tu viaje a Jordania.
Por Andrew Evans
Les ha dado a los Mohammads por llamarme "Jeque Nawaf", incluso me presentaron como tal a los extraños con los que nos encontrábamos, y sin embargo me tomó casi una semana obtener una traducción correcta de mi apodo. En nuestras horas de caminata, la cuestión lingüística suscitó un pequeño debate entre los hablantes de árabe en nuestro grupo.
"Nawaf es el lugar más alto. -dijo uno. “Tú sabes, ¿cómo cuándo estas subiendo y ya no puedes subir más alto?"
"Como una meseta", otro agregó, "Te están llamando "meseta"."
"O sea, ¿soy una meseta?" Me preguntaba en voz alta.
-No, no -replicó otra. "Es la cima, significa pico de montaña, porque eres el más alto".
Técnicamente, Nawaf significa "Zenit", lo cual tiene sentido ya que toda la semana pasada la pasé subiendo y bajando varios nawaf. La Ruta Jordana ofrece un corte transversal topográfico impresionantemente honesto, incluso si esa verdad se vuelve dolorosa al rebotar entre algunos de los puntos más bajos y más altos del país.
Es precisamente esta constante ida y vuelta, descendiendo al suelo del valle seguido de un rápido ascenso hasta picos increíbles lo que hace que sea tan difícil para los senderistas. Y mientras que esta cuarta sección de la Ruta es de solamente 75 kilómetros (47 millas) de largo, los "tres Wadis" (Zarqa Ma'in, Wadi Hidan, y Wadi Mujib) son considerados la sección más difícil de la Ruta Jordana.
Cada una de nuestras caminatas diarias se califica como una bota verde (fácil), dos botas amarillas (moderadas), o tres botas rojas (difícil), y esta última semana ha sido designada con tres botas rojas.
Zarqa Ma'in fue una ligera introducción a este nuevo desafío, en el que escalamos todo el día, descendimos brevemente y nos arrastramos a través de un pequeño riachuelo, para luego volver a subir por el otro lado del cañón. Wadi Hidan, por otra parte, exigió mucho más esfuerzo. Desde el amanecer hasta el almuerzo, todo fue subir, sudar, subir, más y más y más hasta lo que parecía una altura imposible. Luego, después de todo ese esfuerzo, miramos por encima al otro lado y hacia abajo a la línea ondulada de verde que serpenteaba en el fondo del valle. Ese fue Wadi Hidan, y nos llevó el resto del día zigzaguear y derrapar de regreso al fondo. Este tipo de caminata se siente en el alma porque es como si estuviéramos descartando todos nuestros logros, día tras día, después de todo ese esfuerzo físico para subir, simplemente dando la vuelta y volviendo al fondo.
Es el mito griego de Sísifo, que cada día rodaba su enorme roca hasta la cima de una montaña, sólo para verla rodar hacia abajo hasta el fondo, obligándolo a comenzar la tarea de nuevo. Todas las mañanas nos despertamos en una tienda de campaña al pie de la montaña, y todos los días subimos a la cima, pero a la mañana siguiente nos encontramos al pie de otra montaña.
La parte superior de esta parte eran los wadis mismos - pequeños ríos fluían a través de todos estos valles desérticos, de modo que nuestra recompensa por el trabajo del día era un rápido baño en las frías piscinas naturales. Después de cuatro días de campamento, bañarse de cualquier manera se siente como la gloria.
No estoy completamente seguro de dónde se originó el temor y la aprensión alrededor de Wadi Mujib, pero cuando nos acercamos a este último wadi, nuestro grupo parecía tenso y ansioso. De alguna manera, aunque la Ruta Jordana es demasiado nueva y joven como para que los excursionistas le hayan podido designar colectivamente a estas pocas millas el título de "duras", Wadi Mujib ya se ha ganado el título.
Después de un largo almuerzo bajo un árbol solitario encima de una meseta verde vacía, alcanzamos el borde de Mujib y comenzamos nuestro descenso. Repentinamente estábamos solos, doblando las rodillas y concentrándonos como nunca antes, juzgando dónde pisar y caminar en meras pulgadas de ancho, arrastrándonos tímidamente por la montaña.
He decidido que ir cuesta abajo es mucho más difícil que ir cuesta arriba, e ir cuesta abajo durante horas y horas es algo que se resiente en las rodillas y los muslos durante días. Caminar en Mujib se sentía más bien como esquiar en cámara lenta sobre tierra resbaladiza y piedras sueltas. Estaba especialmente agradecido de tener un guía que nos pudiera conducir de un estrecho camino de ovejas a otro, ya que de no tenerlo podría terminar en una caída. Poco a poco nos dirigimos hacia abajo y poco a poco me sentí más cómodo con la rutina, charlando animadamente con los senderistas delante de mí, y negándome a mirar a mi izquierda, donde la pendiente terminaba en un acantilado pronunciado varios cientos de metros de altura.
Bajé y puse mi pie izquierdo sobre una gran piedra gris, del tamaño de una pelota de baloncesto, pero justo al apoyarme, sentí que la roca se deslizaba, rodando por la empinada ladera y cayendo al borde desnudo del acantilado. Mi propio cuerpo siguió, primero cayendo en una especie de saltos laterales que me hubieran ganado puntos en una competencia gimnastica, pero no me ayudo en nada por la ladera de la montaña. En vez de eso, mi cuerpo dio un salto mortal mientras me agarraba desesperadamente de todo: un arbusto espinoso, algunas ramitas secas, otra piedra: pero esa piedra también se deslizó y yo seguí cayendo.
No: mi vida no pasó ante mis ojos, pero sí tuve el claro pensamiento de que si no me agarraba a algo sólido en los próximos dos segundos, entonces mi cuerpo iba a caer directamente sobre el borde. Y así me aferré, extendí ambos brazos y los envolví alrededor de la última roca, balanceando el resto de mi cuerpo alrededor como John Wayne montando un caballo. Sólo que esto no era un caballo, sino un enorme pedazo de piedra caliza, de modo que mis rodillas golpearon contra la pared de roca, enviando descargas de dolor de mis tobillos a mis caderas.
"¡Estoy bien!" Grité, más por mis propios oídos que para los demás, que me miraban con una expresión de horror en sus rostros. Me levanté y sacudí el polvo y las piedras, tratando de no parecer demasiado herido, luego estudié los pequeños rasgones en la pierna del pantalón y la sangre que se filtraba de mis manos.
Mohammad vino corriendo hacia mí, y una vez que llegamos a un lugar más seguro, me lavó toda la sangre.
"Tamam", le aseguré, "Estoy bien." Seguí caminando hacia abajo, pero los otros parecían bastante alterados por mi caída y todo el mundo parecía estar teniendo cuidado extra ahora.
"Creo que tu caída tuvo un costo más alto de lo que piensas", dijo Stuart, que estaba caminando detrás de mí. Stuart es un senderista de Inglaterra que se había unido a nosotros durante un día, pero a todos nos agradó tanto que lo convencimos de que se quedara en toda la sección.
"Dale la vuelta", me dijo. Me detuve y me giré, sintiendo la parte de atrás de mis pantalones, pero todo el tejido se había ido. En mi dramática y acrobática caída, había arrancado todo el asiento de mis pantalones. Todo el paño se había desintegrado, dejando un agujero del tamaño de un pequeño plato, mostrando mi trasero al mundo. Estaba todo menos ileso; Alhamdullilah, mi ropa interior había permanecido intacta, lo que me permitió continuar el descenso de tres horas restantes en Wadi Mujib aferrado a ésta desgastada bandera de modestia.
Después de un baño de celebración en las aguas frescas del wadi y la gran sensación de alivio de haberlo logrado, me retiré a mi tienda y saqué mi kit de costura, pero no había tela para coser. Mis pantalones de caminata destrozados habían sido víctimas del terreno extremo de Wadi Mujib, y al día siguiente, después de subir todo el camino de regreso al lado opuesto de Wadi Mujib, tuve que tirar mis pantalones con un triste suspiro.
Ahora que he sangrado en la Ruta Jordana, me siento aún más comprometido a completar mi camino. Ya sea o no que esta fuese la parte más difícil de la ruta, está aún por verse, pero puedo admitir libremente que Wadi Mujib literalmente me pateó el trasero.
Después de que terminamos la sección y estuvimos todos cómodamente sentados alrededor de la fogata esa noche, Stuart finalmente confesó: "Creo que tengo TEPT (Trastorno por Estrés Post Traumático) por verte casi caer del acantilado".
Y yo creo que también tengo TEPT por observar tu reacción", respondí, contento de que mi propio rostro hubiera permanecido a centímetros del suelo. "Estoy seguro de que se vio mucho peor desde donde estabas." Los otros estuvieron de acuerdo: los había asustado bastante.
Permanecimos un rato más en silencio, escuchando el fuego que chasqueaba con la madera seca, y entonces Mohammad habló, me apunto con una sonrisa reveladora y me llamó como siempre: ¡Nawaf! -exclamó-. ¡Jeque Nawaf!
QUEREMOS SABER DE TI
En Jordania nos preparamos día con dia para recibirte y esperamos con emoción tu visita, tus respuestas son muy importantes para nosotros.
NEWSLETTER
REGÍSTRATE AHORA PARA RECIBIR INFORMACIÓN DE JORDANIA
compartir
jordania
Todo lo que requieres para preparar tu viaje

